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La universidad vasca que forma a los nuevos emprendedores

Verónica Gayá

En la Universidad de Mondragón los alumnos forman un equipo emprendedor y desarrollan un proyecto empresarial a lo largo de los cuatro años que dura el grado

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ace 10 años, en la Universidad de Mondragón, cuatro personas se negaron a aceptar que los jóvenes siguieran teniendo una formación universitaria pasiva, a la espera de recibir conocimientos. Pensaron que las ‘fábricas de educación’ debían cambiar y decidieron construir su propio molde para que los universitarios pasasen a ser el motor de su propio aprendizaje.

“¿Cómo puede ser que en la universidad actual los alumnos tengan que dejar sus pasiones y sus sueños fuera del sistema educativo? Creímos necesario crear un método revolucionario dentro de la educación universitaria que pusiese la capacidad creadora y los sueños en el proceso formativo”, cuenta Jose Mari Luzárraga, uno de sus fundadores. “A nivel universitario se había hecho algo, pero siempre alternativo. Nosotros queríamos hacerlo desde dentro del sistema”.

Se inventaron un grado nuevo, LEINN, (Liderazgo, Emprendimiento e Innovación) y lucharon por una meta aún mayor, que el Ministerio de Educación lo hiciera oficial. “Teníamos claros unos valores muy propios, queríamos jóvenes basados en la honestidad, en el trabajo en equipo y en la solidaridad”. Y con la capacidad de adquirir competencias suficientes para transformarse a ellos mismos y a la sociedad.

El primer curso empezó en septiembre de 2009. Lo llevaron a cabo 27 jóvenes (y sus respectivas familias) “que apostaron por un modelo alternativo, nuevo y que estaba por probar”. Este mes se han inscrito 300 nuevos estudiantes en varias ciudades del mundo.

‘Learning by doing’ y en equipo

Todo está basado en la práctica. Cuando el curso comienza ya son parte de una ‘Team Company’, un grupo entre 12 y 20 jóvenes que forman un equipo emprendedor con el que tendrán que desarrollar un proyecto a lo largo de los cuatro años que dura el grado. Su formación se sustenta en este reto y en la adquisición de competencias técnicas como derecho, contabilidad... “Ellos mismos tendrán que llevar sus cuentas al día porque tendrán auditorías”.

Los 27 jóvenes de la primera promoción de 2009 “apostaron por un modelo alternativo, nuevo y que estaba por probar”

La esencia del grado es el cambio de identidad: entran siendo alumnos y se convierten, desde el primer día, en emprendedores. “En LEINN todo lo que hacemos es en equipo, aunque por supuesto haya procesos de aprendizaje individual”, reflexiona Luzárraga. “Una fuente muy importante de ese aprendizaje es la lectura. Leen una media de 20 libros al año y no para vomitarlos al profesor y decirle que lo han leído, sino para ponerlos en práctica”.

Para evaluarles se tienen en cuenta unos 16 procesos en cada alumno, “pero ninguno puede ser superado a nivel individual si no los supera el resto de su equipo. Esto te reta a que el trabajo en grupo sea brutal: te apoyas, te complementas...”. Luzárraga habla de un proceso integrador, que suma fuerzas. “Lo bonito de esto es que nadie se puede quedar colgado”.

Aunque el proceso es un camino de aprendizaje personal, los profesores existen. “Es muy importante que todo ocurra entre ellos mismos, lo que no implica que en determinados momentos haya expertos que les acompañen en procesos concretos”, aclara el fundador de la universidad de Mondragón y emprendedor social de Ashoka.

Emprendedores por el mundo

Los viajes son otro de los ejes estructurales de este grado. El primer año vuelan al origen de su propio método de aprendizaje, a Finlandia, y a veces a otros países como Alemania. En segundo estudian países claves en el emprendimiento, como Estados Unidos, en especial San Francisco o Seattle, y en tercero conocen lugares con una enorme perspectiva de futuro, como India o China.

“Leen una media de 20 libros al año y no para vomitarlos al profesor y decirle que lo han leído, sino para ponerlos en práctica”

De los estudiantes de LEINN hay algunos que continúan en las mismas empresas que crearon durante el grado, como por ejemplo Tazebaez. “Ahora son treinta personas y han creado una cooperativa que impulsa la innovación en empresas, organizaciones y equipos. También está Hemper, una empresa de mochilas fabricadas en Nepal, que el pasado año facturó 180.000 euros”.

Además, con o sin empresa propia, los ‘leinners’, como se proclaman ellos mismos, son jóvenes formados de manera diferente que también desahogan su creatividad y su formación dentro de cualquier empresa.

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