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Transformar virus genéticamente para investigar las causas del Alzheimer

Natalia Lázaro Prevost

Las enfermedades neurodegenerativas son un problema cada vez mayor y conocer las causas de la muerte neuronal para su prevención es la principal vía de investigación de médicos y científicos.

46 millones de personas sufren Alzheimer en todo el mundo, el equivalente a toda la población de España. Más de un millón de ellas se encuentran en nuestro país, tercero en el mundo con mayor prevalencia de demencia según la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA). Uno de los mayores problemas al que nos enfrentamos es el desconocimiento de las causas que provocan la neurodegeneración y los mecanismos que inducen a esta muerte neuronal. Esto hace que los medicamentos utilizados actualmente tengan poco o nulo efecto.

Ante este desafío, Ana María Sánchez Pérez, profesora de Anatomía y Embriología humana en el Departamento de Medicina de la Universidad Jaume I de Castellón lidera un grupo de investigación reconocido por la aplicación de técnicas novedosas. Su objetivo es identificar las causas y procesos que subyacen en las enfermedades degenerativas para mejorar la vida neuronal y alargarla. “Antes de plantear un tratamiento tenemos que entender el cóctel que tenemos delante. Las estrategias en investigación son fundamentales para distinguirnos de otros grupos de investigación y nosotros quisimos aportar un enfoque innovador”, explica a El Confidencial.

La metodología que utilizan la convierte en una investigación pionera en España, ya que transforman los virus para estudiar el interior de las células del cerebro. “Estudiar el interior de las neuronas significa entender cómo funcionan. El interior de una célula es una maquinaria compleja y hay muchas piezas pequeñas que deben trabajar juntas en armonía. Si alguna de ellas se despega, será defectuosa y probablemente terminará muriendo”, apunta la científica. Que una célula muera no es un gran problema, el peligro, advierte, aparece cuando muchas de ellas perecen. “Se desencadena una enfermedad neurodegenerativa cuando muchas células del cerebro mueren y se produce un descenso progresivo de las funciones de este órgano”.

Para acceder al interior de las neuronas y estudiarlas utilizan partículas virales. “Los virus han evolucionado a lo largo de la historia para entrar en las células y pueden obtener información genética de su interior. De hecho, es lo único que hacen, así que son muy buenos en ello”. La cuestión, como sabemos, es que la información genética que contienen los virus es perjudicial. Así que este equipo de investigación se encarga de cambiar la información genética patógena por otra diferente. Para ello utilizan la biotecnología, que les permite manipular genéticamente el virus. Han demostrado el éxito de esta técnica y ahora les queda “descubrir qué información tenemos que darle a la célula para evitar que muera. Si lo conseguimos alargaremos la vida de las neuronas, celebra Sánchez Pérez.

“La insulina en el cerebro no tiene nada que ver con la glucosa, sino que es fundamental para el aprendizaje y la memoria”

La neuroinflamación –o inflamación del cerebro- como causa de los procesos degenerativos es su punto de partida. “Existe un tipo de inflamación que no es la típica y produce tóxicos. Cuando te haces un corte y se hincha la piel, la inflamación te protege. Es la defensa corporal ante una infección. Llega, actúa y desaparece. La inflamación tiene que ser un proceso muy reducido en el tiempo. Si por algún motivo esta defensa sigue activa cuando ya no hay infección, ataca a los que están alrededor de manera crónica y silenciosa. Por eso también se están utilizando antiinflamatorios para tratar el Alzheimer”. Buscan una farmacéutica para hacer ensayos clínicos en el futuro.

Una de las principales líneas de investigación que tienen en marcha es la resistencia a insulina en el cerebro que manifiestan las personas con Alzheimer. “Todo el mundo conoce el papel de la insulina como regulador de la glucosa pero, más allá de su papel tradicional, a finales del siglo XX se descubrieron receptores de insulina en el cerebro. Siempre se había pensado que era independiente de esta hormona y todo el mundo se sorprendió”. La insulina en el cerebro no tenía nada que ver con la glucosa, sino que era fundamental para la plasticidad de las neuronas, para el aprendizaje y la memoria. El grupo de la Universidad Jaume I describe las neuronas como árboles, cuanto más trabajan más ramas tienen. “Cada nueva conexión necesita insulina. También hemos descubierto que está muy relacionada con la depresión”.

La importancia de cuidar nuestro cerebro

Con una esperanza de vida cada vez mayor, el Alzheimer se ha convertido en un problema de grandes dimensiones. En este sentido, Ana María Sánchez Pérez recuerda que si todavía no existe un tratamiento eficaz es porque “la alarma se ha generado relativamente hace poco. Al encontrar la cura para otras enfermedades que afectaban a la gente más joven, se ha incrementado la preocupación por las enfermedades asociadas a la edad”. En este cambio de prioridades han surgido ciertas confusiones. “En general, las enfermedades neurodegenerativas se engloban bajo el nombre de Alzheimer. Alzheimer es una palabra que todo el mundo entiende pero la realidad es que existen muchos otros tipos”. Además, es la principal causa de demencia pero no la única.

La muerte neuronal puede ser producida por distintas causas. Un factor fundamental es la edad pero la experta subraya que “el envejecimiento no necesariamente conlleva una demencia. Hay muchos factores que convergen para que las neuronas degeneren y tengamos un cerebro que empieza a no funcionar”. Lo que ha pasado ya no lo podemos cambiar, por eso, “tenemos que controlar todos los tóxicos que acumulamos a lo largo de la vida”.

“El estrés es bueno porque nos salva del peligro. El problema es que ahora los miedos no siempre se identifican y el cerebro ha aprendido a encontrar peligro dónde no lo hay”

El sedentarismo, la falta de ejercicio, una alimentación no saludable, el estrés, las radiaciones solares, las infecciones mal curadas… La barrera que protege el cerebro se hace menos permeable con la edad y, de alguna manera, estamos menos protegidos. La experta admite que “el sistema inmune intenta protegernos pero no lo consigue. Al final, la investigación lo que me está diciendo es que nos cuidemos desde los inicios, que cuidemos nuestro cerebro porque todo lo que hacemos en nuestra vida suma”. Para ella, separar la neurología, la psiquiatría y la psicología no siempre tiene sentido. “Es cierto que son áreas de conocimiento distintas pero al final el cerebro es el mismo órgano y maltratarlo no es bueno”.

Si bien existe una predisposición genética a ciertas enfermedades, los expertos recomiendan actividades preventivas para mejorar la calidad de vida a largo plazo. La alimentación y el estrés son dos de estos grandes retos. En opinión de Sánchez Pérez, “el organismo ha evolucionado hacia un gran ahorro de energía. Antes teníamos que caminar mucho para conseguir la comida. Ya no es necesario y un exceso calórico es todo lo contrario a lo que necesita nuestro cuerpo”. Por otro lado, sugiere, “el estrés es bueno porque nos salva del peligro. El problema es que ahora los miedos no siempre se identifican y el cerebro ha aprendido a encontrar peligro dónde no lo hay. Cuando hay un estrés no encauzado deberíamos encontrar una manera de controlarlo para que no sea continuo”.

Los niños aprenden tan rápido porque la plasticidad de sus neuronas es muy alta. Algo que con el tiempo perdemos y tenemos que entrenar con responsabilidad. “El cerebro es como un músculo, hay que usarlo para no perderlo. La investigadora asegura que el ejercicio va a mejorar siempre los procesos degenerativos. “No todo tiene que ser intelectual, lo importante es el uso. La ilusión, la comunicación, hacer planes con otras personas, huir de actividades como la televisión que no estimulan la actividad cerebral. El pensamiento negativo al que nos exponemos a diario cada uno de nosotros es tremendo y la autoflagelación es muy negativa para nuestra biología”.

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