Hacia un futuro mejorPowered by

Crisálidas de insectos para fabricar las vacunas del futuro

R. Pérez

Un nuevo método para crear vacunas reduce los costes un 95% y su productividad es 20 veces mayor. El futuro está en las crisálidas de las larvas de una especie de oruga

L

as vacunas del futuro surgirán del interior de pequeños insectos si Algenex, la empresa fundada por el investigador José Ángel Escribano, se sale con la suya. Esta todavía pequeña startup científica, nacida en los alrededores de Madrid, ha desarrollado un método novedoso, y en apariencia poco convencional, para obtener el principio activo de las vacunas que asegura ser más rápido y sencillo que los actuales biorreactores y que utiliza la industria farmacéutica. Los biorreactores son máquinas donde se dan las condiciones para que ocurran las reacciones químicas que dan como resultado vacunas o medicamentos.

"La innovación en vacunas apunta actualmente hacia el uso de moléculas biológicas recombinantes. Eso es lo que hacemos aquí, solo que en vez de cultivar células in vitro para generarlas y luego introducirlas en biorreactores, que son máquinas caras y complejas, utilizamos crisálidas. Aquí no hacen falta biorreactores y por eso el proceso es más rápido, más sencillo y más barato", explica Escribano.

De las larvas a los robots

Todo empieza con unas pequeñas larvas de la oruga de la col (Trichoplusia ni), no muy distintas de los gusanos de seda que todos criamos en cajas de zapatos cuando íbamos al colegio. Solo que estos pequeños gusanos no crecen en cajas de zapatos sino en unas cajas de plástico, que recuerdan a tarrinas de helado, diseñadas especialmente para que accedan de forma uniforme y sencilla al alimento. Por motivos de productividad es importante que todas crezcan con rapidez y al mismo ritmo.

“En vez de cultivar células in vitro para generarlas y luego introducirlas en biorreactores, que son máquinas caras y complejas, utilizamos crisálidas”

Una vez crecidas, y siguiendo su ciclo de vida natural, estas larvas se convierten en crisálidas, y aquí es donde se produce el hecho diferencial que las convierte en protagonistas de esta nueva tecnología: durante el proceso metabólico del paso de larva a polilla, que no llegarán a completar, son inyectadas con un baculovirus, un virus modificado genéticamente para expresar una proteína, la molécula básica del medicamento o vacuna.

Esto ocurre utilizando un sistema robótico al más puro estilo Matrix. Las crisálidas se colocan en bandejas especialmente diseñadas por Algenex, que facilitan su manejo, y son inoculadas una a una por una aguja robótica con movimientos eficaces y precisos.

“El virus se reproduce a sus anchas en el interior del insecto multiplicando con él la molécula buscada, que es extraída a posteriori”

Una vez infectadas, el virus se reproduce a sus anchas en el interior del insecto multiplicando con él la molécula buscada, que es extraída a posteriori por un método mecánico (meter las crisálidas en una batidora industrial), tras filtrar y depurar el producto obtenido. El resultado es una preparación líquida del principio activo de la vacuna, listo para ser utilizado.

Entre 20 y 160 dosis por insecto

El creador de Algenex aporta algunas cifras que permiten calibrar el potencial de este método. Para empezar, asegura que la productividad de las crisálidas es 20 veces mayor que la del método de las células in vitro y los biorreactores. "Los insectos son organismos muy adecuados para este procedimiento, piensa que en algunas fases de su desarrollo aumentan 5.000 veces su tamaño en 2 semanas".

Su vacuna para la enfermedad hemorrágica del conejo estará en el mercado en unos meses

Además, los costes se reducen hasta un 95% al no requerir biorreactores, y escalar la producción es mucho más fácil ya que solo habría que emplear más bandejas de crisálidas. Por último, este método es mucho más rápido: "Una empresa farmacéutica que utilice este método podría estar lista para responder a una emergencia sanitaria en solo dos meses".

Mercado farmacéutico y veterinario

Algenex ha desarrollado el método al completo: las cajas en las que viven los insectos cuando todavía son larvas, el robot, las bandejas que movilizan e inyectan a las crisálidas y el sistema de extracción final, que están terminando de perfeccionar. De momento trabajan con vacunas animales. Su vacuna para la enfermedad hemorrágica del conejo, desarrollada en colaboración con una compañía farmacéutica italiana, estará en el mercado en unos meses. De esta forma esperan conseguir la validación de la Unión Europea que les permitirá pasar también al mercado farmacéutico humano.

"En los próximos cinco años nuestro objetivo es pasar el proceso regulatorio de la Agencia Europea del Medicamento y constituirnos como una fábrica capaz de proveer de toda esta tecnología y el procedimiento entero a empresas farmacéuticas y veterinarias que la demanden. Podemos hacerlo de una forma mucho más eficiente y económica que las compañías que utilizan las tecnologías actuales", asegura Escribano.

Artículos relacionados

Hacia un futuro mejor